El Leganés ha cumplido ya una misión, y por eso en el fondo no tiene tanta trascendencia el partido de hoy.Seguramente viene bien una reflexión así, porque atempera los nervios, relativiza el resultado y disminuye el acongojo: si el Hércules nos gana, también habrá merecido la pena esta temporada del Lega, así que no importará tanto si el Leganés pierde.
Y es verdad. De entrada, este equipo ha logrado hacer simpática a una ciudad entera, ha demostrado que para codearse con clubes de gran historia -y ganarles- no hacen falta rimbombantes fichajes de extranjeros ni dormir en hoteles de lujo. Al contrario, los muchachos del Leganés viven de profesiones ajenas al fútbol -carniceros, camareros, agentes, estudiantes...y en muchos desplazamientos han ido y regresado en el día, con una incómoda siesta de prestado antes de enfilar el túnel de vestuarios. ¿Cómo no va a tener gracia que esta gente haya amargado el partido a equipos que permanecieron largos años en Primera División, como el Español (2- l), el Hércules de Alicante (0-2), el Burgos (3-0), el Cádiz (0-2 y 1 -0), el Mallorca (1 - 1 en las islas) o el Castellón (0-2)?
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- Además, muchos madrileños del centro y del norte han empezado ahora a mirar al sur. Las retransmisiones de Telemadrid -volcada ya con el Lega, tras la dubitativa etapa inicial dedicada al Real Madrid B- han logrado unos sorprendentes índices de audiencia en toda la región. Miles de ciudadanos alejados de la corona metropolitana -pese a residir a tan cerca-
-pese a res han sabido ahora que Leganés roza los 200.000 habitantes, de hecho, y que es mayor que Burgos, León, Pamplona... Y tal vez han sentido curiosidad por visitarla.
Espíritu de equipo
Y, sobre todo, el club ha transmitido optimismo y entusiasmo, algo intangible que debe valorarse aunque forme parte de lo que no se mide con monedas. Porque este equipo y sus divisiones inferiores -alevines, infantiles, juveniles- sirven de ejemplo y acogida a miles de muchachos. La crisis industrial y la marginación del sur han acentuado entre los jóvenes sin empleo las tentaciones del alcoholismo y la droga. Y en ellas se cae más fácilmente desde el individualismo que desde el espíritu deportivo. El Leganés, el Getafe -que ahora intenta auparse a la Segunda División, ojalá que sí- y los demás clubes modestos del deporte madrileño deben ser valorados en primer lugar como escuelas donde se cultiva el ambiente de equipo. Y de ciudad.
Por eso, en el fondo, el Leganés ya puede darse por satisfecho con esta temporada en la que ha servido de escaparate para toda una manera de entender la vida.
Y -si además ganan hoy, ¡la fiesta que se va a armar!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 15 de mayo de 1994