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Editorial:

La guerra del Yemen

LAS ÚLTIMAS noticias indican que las tropas de Yemen del Norte, a pesar de haber llegado relativamente cerca de Adén, la capital del Sur, encuentran resistencias crecientes. No se confirma la idea de Alí Abdulá Salé, presidente del Yemen unificado, y ahora de su zona norteña, de lograr con un paseo militar la incorporación a su dirección única del territorio del Sur. El vicepresidente de la República, Alí Salem Beid, parece capaz de reunir fuerzas suficientes para organizar una resistencia. Si ello se confirma, estaríamos ante la perspectiva de una guerra de larga duración.En el fondo sería volver a una situación que, con algunas interrupciones, ha predominado a lo largo del siglo en el Yemen. Cuando el régimen del Sur se integró en el sistema soviético, presentando el único caso en el mundo árabe de un régimen comunista de estricta observancia, mientras el Norte, muy influido por Arabia Saudí, formaba parte del mundo. occidental, la separación del país respondía a una lógica indiscutible.

Al hundirse la Unión Soviética y desaparecer la guerra fría, la coincidencia del Norte y del Sur en una serie de problemas internacionales (apoyo a la independencia de Namibia, solidaridad con Nelson Mandela en Suráfrica, apoyo a la OLP en Oriente Próximo) daba la impresión de que era absurdo mantener la división en dos repúblicas diferentes y enfrentadas. Así se inició el proceso de unificación, plasmada en 1990, gracias a los estímulos y preparativos de varios países árabes.

Pero esa unificación ha sido una decisión de los dirigentes que no ha afectado a las estructuras profundas del Estado y de la sociedad. La fragilidad de esa un unificación se demuestra por el hecho de que los dos ejércitos han seguido diferenciados. Un Estado, dos ejércitos: era una contradicción insoluble que tenía que conducir a una guerra civil. Así ha sido.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 17 de mayo de 1994