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González dejó claro a Aznar que su intención es seguir gobernando y agotar la legislatura

El encuentro del jueves en La Moncloa entre Felipe González y José María Aznar concluyó, tras dos horas de diálogo, con los mismos recelos con que se inició. El líder del PP ni siquiera aceptó los servicios técnicos que le brindó el jefe del Gobierno para que informara a la prensa. Aznar se marchó con la clara advertencia de que el secretario general del PSOE tiene la firme intención de agotar la legislatura, descartando de plano una posible convocatoria anticipada de elecciones. Si hubo un mínimo acercamiento fue en la necesidad de resolver cuanto antes el bloqueo institucional.Antes de cumplirse las 24 horas del encuentro entre Felipe González y José María Aznar en La Moncloa, socialistas y populares volvían a entrecruzarse acusaciones. Era la mejor prueba de la falta de acuerdos sólidos entre los dos principales líderes políticos españoles y del fracaso de su cumbre de la víspera.Mientras Aznar criticó en El Escorial a los socialistas por el procedimiento de nombramiento de los miembros del Consejo General del Poder Judicial, Alfredo Pérez Rubalcaba censuró al Partido Popular por sus críticas a los pactos que negocian el Gobierno central y la Generalitat catalana. El ministro de la Presidencia, tras la celebración del Consejo de Ministros, se refirió especialmente a las duras críticas recibidas por el ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, tras su encuentro con el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, esta misma semana, en el que perfilaron la negociación de los Presupuestos Generales del Estado para 1995, la distribución de los fondos de cohesión europeos entre las comunidades y el déficit sanitario. El Gobierno fue criticado por el PP e Izquierda Unida por realizar "pactos secretos" con la Generalitat. Pérez Rubalcaba, en tono rotundo, retó ayer al PP e IU a que digan "dónde, cuando y cómo se han hecho esos pactos secretos". "Los que denuncian pactos o acuerdos secretos o quienes dicen que el Gobierno beneficia a determinadas comunidades autónomas deberán poner ejemplos concretos. Si no hay manera de demostrarlo, es mejor que esas acusaciones no se hagan", añadió. Pérez Rubalcaba dijo que críticas como las recibidas por Solbes por su visita a Pujol proceden de aquéllos que pretenden debilitar la estabilidad del Gobierno. Tras manifestar que las mismas van dirigidas contra el mandato mayoritario de los españoles, que decidieron no dar la mayoría absoluta a ningún partido el 6-J, lo que obliga a realizar una política de pactos, el ministro de la Presidencia manifestó que deben cesar porque "es muy malo alentar determinado tipo de fobias que están enterradas en la sociedad española".

Aznar y González libraron el jueves su último gran pulso poselectoral antes de las vacaciones de verano. Con todas las cartas sobre la mesa, el presidente del Gobierno confirmó su juego. No tiene la menor intención de adelantar las elecciones generales y está decidido a seguir al frente del Ejecutivo, al menos hasta 1996. Frente a esta actitud, el líder de los populares le reprochó que se equivoca si intenta continuar como si el 12 de junio no hubiera perdido en las urnas.González no dio opción a su interlocutor para pactar un calendario electoral. El jefe del Gobierno mantuvo la tesis de que las elecciones generales tienen poco que ver con las europeas y defendió las atribuciones que le otorga la Constitución para decidir sólo él si se agota o no la legislatura. Aznar abandonó La Moncloa contrariado. "Ni siquiera aceptó los servicios de megafonía que le ofrecimos. 'Eso lo ponemos nos otros', nos dijo. Es como si invitas a. alguien a cenar y se trae una silla plegable", comentó un portavoz de la Presidencia de Gobierno resumiendo el desenlace de la entrevista.

El presidente del Gobierno dedicó la mayor parte de las casi dos horas de la reunión, a informar a Aznar sobre los principales problemas políticos: la sucesión de Jacques Delors al frente de la Comisión Europea, la salida de la crisis económica y la convergencia con Europa, las líneas generales de los presupuestos de.1995 y el. desarrollo autonómico. Hubo coincidencia de criterios en la forma de afrontar la política europea y en la necesidad de impulsar los estatutos de autonomía de vía lenta.

"Nada nuevo, no se mueve"

Pero, tal como informó ayer Aznar a algunos dirigentes del PP, de la reunión no salió acuerdo alguno, ni siquiera la impresión de que el Ejecutivo va a modificar sus relaciones con el principal partido de la oposición. Aznar reunió a primera hora de la mañana al secretario eneral del PP, Francisco Alvarez Cascos; al vicesecretario general, Mariano Rajoy, y a los portavoces en el Congreso y el Senado, Rodrigo Rato y Alberto Ruiz Gallardón, respectivamente.

"Nada nuevo, que [González] no se mueve y que va a seguir como si no hubiera pasado nada", vino a decir Aznar a sus más inmediatos colaboradores. Tampoco hubo sorpresa en la cúpula del partido. La situación era para los populares "perfectamente previsible" y por eso, al salir de La Moncloa, su líder insistió una y otra vez en declararse desconcertado y desconocedor del objetivo de la entrevista, "si es que había alguno".

Con la impresión confirmada de que González -arropado por Pujol y CiU, y con la expectativa de presidir la UE durante el segundo semestre del 95- "intenta seguir como si no pasara nada", el resto de la conversación se redujo a un puro trámite. Aznar le garantizó la continuidad de su actitud de consenso en "asuntos de Estado" como la política exterior o la lucha contra el terrorismo y le advirtió que espera lo mismo de los socialistas cuando el PP gobierne.

El ministro de la Presidencia, Alfredo Pérez Rubalcaba, fue ayer menos negativo en cuanto al resultado de la conversación. A su juicio, el gran objetivo de la entrevista era conseguir un clima de distensión en las relaciones con el PP, y, bajo su punto de vista, ése ha sido precisamente el principal fruto de la cumbre. El desbloqueo de los nombramientos en los órganos constitucionales -especialmente para el Consejo General del Poder Judicial- será la primera prueba de fuego, pero la solución se retrasará al menos hasta septiembre.

En cuanto a las relaciones con los partidos nacionalistas, las posturas siguen igual. González advirtió a Aznar sobre los riesgos de crear tensiones territoriales y Aznar contestó que hay otros riesgos cuando se buscan apoyos para seguir en el Gobierno "a cualquier precio".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 9 de julio de 1994

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