Los habitantes de las islas Malvinas están decididos a rechazar cualquier compensación que pudieran recibir de Argentina a cambio de quedarse con la soberanía de las islas, contencioso que desencadenó en 1982 la guerra entre Argentina y el Reino Unido, según dijo ayer David Tathan, gobernador de ese territorio.Tathan añadió que la idea de ofrecer dinero a los habitantes para persuadirles de que acepten la soberanía y la nacionalidad argentina, que mencionó el lunes el presidente Carlos Menem, es moralmente dudosa y ya fue barajada en la época en que se desencadenó la guerra. "La moralidad del Gobierno argentino adquiere una dimensión interesante si cree que la nacionalidad puede ser comprada y vendida", afirmó Tathan.
"Estamos muy contentos como estamos ahora. Le hemos explicado a todo el mundo varias veces que queremos ser británicos", dijo Tathan, y concluyó: "Argentina debería renunciar a sus pretensiones de soberanía". Las islas Malvinas, en el Atlántico Sur, constituyen una aspiración irrenunciable de los argentinos desde el siglo pasado. El archipiélago, en el que residen 2.200 habitantes, denominados kelpers, es uno de los caladeros en los que faenan arrastreros gallegos con concesiones británicas. Según recientes sondeos de pruba en una de las cuencas de las islas podría haber yacimientos petrolíferos comparables a los de Arabia Saudí.
Argentina ha organizado encuestas para sondear la disposición de los kelpers a vender sus islas, e incluso parece haber puesto precio a las Malvinas: a cada habitante le correspondería cobrar hasta 187 millones de pesetas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 3 de noviembre de 1994