Carlos Sainz fue el más rápido en la vuelta a la actividad del Campeonato del Mundo de Rallies. Tras el paréntesis invernal, el piloto español pasó con una nota excelente la etapa inaugural del Rally de Montecarlo, primer examen de la temporada. Sainz superó ampliamente a todos sus rivales y después de los seis primeros tramos encabeza la clasificación con 44 segundos de ventaja sobre François Delecour (Ford).
Las nuevas normas impuestas por la Federación Internacional del Automóvil (FIA) condicionaron el desarrollo de la etapa. La limitación de asistencias y de neumáticos volvió locos a los pilotos y a sus equipos. Todos estuvieron medio perdidos. Todos menos Sainz, que aprovechó el desconcierta general para asestar el primer golpe a toda la competencia.La ventaja del piloto español se cimentó en el primer tramo del día. Allí, los Subaru avasallaron a los Ford y a los Toyota. Auriol y su compañero Juha Kankkunen perdieron ya más de un minuto y sólo Delecour no cedió una diferencia vergonzosa. El compañero de equipo de Sainz, Colia McRae, empezó marcando el ritmo, pero se salió de la pista y perdió dos minutos.
El estado de las carreteras, casi siempre húmedo, con zonas de nieves, pero algunos trozos secos, convirtió la elección de neumáticos en un rompecabezas. Siempre es así en Montecarlo, pero esta vez las dudas se multiplicaron por culpa del nuevo reglamento. Sólo se podía cambiar de neumáticos cada dos tramos, pero los dos que se tenían que cubrir con el mismo calzado no ofrecían las mismas características. Por eso, las incógnitas fueron frecuentes, y Sainz fue quien mejor las resolvió.
La restricción de asistencias deparó escenas cercanas a la ciencia-ficción, como la que se vivió en la gasolinera de Sainte-Agreve, punto de repostaje común donde estaba prohibida. la asistencia. Todo lo que allí ocurrió fue nuevo y sorprendente. Bajo el capó de su Subaru, Sainz intervenía con una, llave inglesa para ajustar el cable del acelerador. Al lado, su compañero Luis Moya aflojaba las ruedas para cambiarlas. Más allá, a una decena de metros, Kankkurten se esforzaba con los alicates para sacar los clavos de sus neumáticos. Auriol colocaba la rueda en su sitio. Y Delecour verificaba los niveles de su Ford. La situación es nueva para todos. Y puede provocar cambios constantes en la clasificación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de enero de 1995