A pesar de que mi periódico de todos los días, EL PAÍS, haya hecho muy poco caso al programa de La 2 Qué grande es el cine, me gustaría romper una lanza en su favor y confesarme adicto a la película elegida y al coloquio posterior. Es interesante que, salvo Cantando bajo la lluvia, se haya contado con grandes películas que no llegan a la categoría de obras maestras absolutas. He visto con nuevos ojos El buscavidas, Carta de una desconocida y Matar un ruiseñor. He descubierto claves ocultas, detalles aparentemente insignificantes que redondean una película y anécdotas que hacen del coloquio un espectáculo que se hace corto, apasionante y familiar.Estoy aprendiendo a querer a sus invitados, a sentirlos como amiguetes de filmoteca y a reconocer toda su sabiduría. Muñoz de Molina, Juan Tebar, Lamet y Marías han sido todo un descubrimiento. El fiscal cuyo nombre no recuerdo empieza a reconciliarme con el aparato judicial. Méndez Leite, con su serenidad entrañable, es ese punto equidistante que necesitan los criterios diversos y las opiniones encontradas. Espero que muchos cinéfilos cincuentones hayan redescubierto a Juan Cobos, aquel niño prodigio de la crítica cinematográfica de los cincuenta, y que se adivina por la sencillez con que asume todos sus conocimientos.
Los lunes están empezando a ser mágicos. Una noche que comienza con El día después, de Canal + y termina con un programa que puede convertir en cinéfilos a los noctámbulos de turno es una noche especial. Por todo lo bueno visto hasta ahora y por todo lo que veremos en lunes venideros, gracias, Garci-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 27 de marzo de 1995