, Una quincena de los diseñadores de moda con más firma en España zurcieron ayer de quejas, lamentos y protestas al líder del PP en la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, sobre la precaria situación de su industria. Las reclamaciones no se ciñeron a las carencias que padecen por estar instalados en Madrid, aunque se cuestionó la validez actual de la Pasarela Cibeles. Los profesionales pidieron exenciones fiscales y mayor colaboración financiera de los bancos.
Ruiz Gallardón citó a los modistas para escuchar sus problemas en uno de los hoteles más lujosos de Madrid. Eligió un escenario estéticamente recargado. El ambiente, que empezó relajado, se complicó inmediatamente entre los propios profesionales del diseño textil cuando se atropellaron, contradijeron e increparon para exponer sus ideas y las posibles soluciones.
Acudieron Jesús del Pozo, Javier Larrainzar, Antonio Alvarado, Paco Casado, Elisa Bracce, Modesto Lomba, Veva Medem, Nacho Ruiz, Cristina (del taller de Agatha Ruiz de la Prada), Charo Azcona, Vacas Flacas, Juan Rufete, María Eugenia Fernández de Castro (Loewe), Palacio Lemóniz y Ángel Schelesser.
La conclusión del encuentro fue amarga. Las firmas más cotizadas de la moda española hilvanaron ante el político del PIP un panorama tan desolador de la producción y distribución de sus diseños que Ruiz Gallardón se vio forzado a realizar una intervención de tono optimista. El líder del PP regional garantizó la continuidad, pero más reforzada, de la Pasarela Cibeles, y mostró su orgullo por la calidad y vanguardia de los trabajos de los diseñadores madrileños.
La portavoz de asuntos económicos del PP, Carmen Álvarez Arenas, precisó un poco las promesas de su partido. El PP anunció futuras ayudas ("no subvenciones") y estudiará posibles exenciones fiscales a las industrias que se dediquen a la moda de calidad madrileña, un sector que factura actualmente un billón de pesetas y emplea a 160.000 trabajadores.
Antonio Alvarado rompió el fuego entre los diseñadores; señaló que las palabras del PP ya las había escuchado antes y demandó una mano de obra más preparada, Jesús del Pozo echó en falta industriales especializados y serios y contó que dos con los que ha trabajado están desaparecidos y no los encuentra ni la justicia. Elisa Bracce apostó por una moda de calidad, siempre escasa, y de proyección mundial, que arrastre a la cantidad y al negocio. Nacho Ruiz puso en tela de juicio toda la organización del sector y Veva Medem señaló algunos ejemplos de cómo tratan a los diseñadores los bancos cuando van a solicitar financiación.
Sobre el futuro, sólo se apuntaron dos caminos o salidas: las grandes cadenas de distribución o las tiendas y franquicias de una sola marca.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 27 de abril de 1995