Hay jugadores de golf que cambiarían de padres si eso les garantizara una victoria, así que no es tan espectacular que después del pobre papel que Severiano Ballesteros jugó en Augusta, el golfista cántabro decidiera romper con Bill Foster, su caddy en los últimos cinco años, y con Joe Collet, su representante internacional durante gran parte de su carrera. Pero si no espectacular, no deja de ser significativa esa modificación del entorno, del grupo de gente que acompaña a Ballesteros por todos los campos. Cambio que se produce, además, en una fecha especial, en el mes de descanso que el jugador se ha tomado después de Augusta primer punto y aparte de la temporada- y en vísperas del Benson & Hedges, el torneo inglés que inaugura la fase caliente del circuito europeo, ésa en que las bolsas de premios comienzan a ser importantes y las grandes figuras empiezan a dejarse ver por el viejo continente. También José María Olazábal re gresará al circuito en el prestigioso torneo inglés. El Benson & Hedges, que hoy comienza en el campo de Saint Mellion, en Plymouth, supuso hace un año la primera victoria de Ballesteros tras 26 meses de sequía. Fue también el inicio de un fin de temporada espectacular, en el que, como un viejo árbol dando brotes primaverales, Ballesteros sintió que una segunda juventud le invadía. Fue una época de gran juego -como el que utilizó para derrotar a Olazábal y Els en el Masters alemán- y de alegría, placer y combatividad. Una fase que se truncó en Augusta, adonde Ballesteros acudió con la mayor confianza, y que el cántabro espera renovar en Saint Mellion.
A estas alturas del pasado año, Olazábal ya contaba con dos triunfos, el Open de Valencia y el Masters, pero 1995 ha sido un año distinto. La operación en el pie le hizo pasar con sordina la primera parte de la temporada. Así que también para él el Benson & Hedges tiene una importancia especial.Ballesteros y Olazábal tienen ya garantizada su selección para el equipo europeo de la Ryder Cup, el gran remate de la temporada. Los desafíos de los dos mejores, sin embargo, huelen a major, a conquistar alguno de los tres grandes que quedan -el Open de Estados Unidos, el británico y el de la PGA-, torneos que marcarán los meses de julio y agosto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 11 de mayo de 1995