Ritmo, genio, figura y triple de Jennings a tres segundos del final. El Estudiantes puso los cuatro preceptos sin los cuales sería una quimera vencer en el Palau Blaugrana. Sacaba pecho el Barcelona, invencible e intimidador en lo que va de pretemporada, y en su arrasador debut en Vitoria, pero el Estudiantes hizo suyo el partido con la colaboración de un desacertado equipo azulgrana.El ritmo lo puso un Jennings que corroboró las buenas vibraciones que transmitió en su aparición en la Liga española hace seis días. El Barcelona echó de menos a Montero para frenar al ex profesional de la NBA. Ni Salva Díez ni Galilea pudieron con él. Lo mejor de Jennings es que, lanzamientos excesivamente osados al margen -el triple fue la excepción a la regla-, su juego es solidario y tan brillante como efectivo.
El genio lo puso todo el bloque del Estudiantes, que utilizó 10 jugadores. Los madrileños no perdieron la cabeza y le prescribieron al Barcelona su misma receta: obstinación, cabeza y esfuerzo defensivo hasta la extenuación. La figura la puso Herreros. Nadie pudo parar al alero internacional. Fernández empezó intentando ponerle en apuros, cuanto menos dejando en evidencia que lo suyo no es defender. Pero el balance se decantó de forma inmediata para Herreros.
El Estudiantes marcó el paso. Casi siempre fue a remolque el Barcelona, que con una defensa desencajada y que nunca supo resolver los daños que causó Herreros y sin balones para sus pívots, pedía aire ya en el minuto 13 (21-31). José Vicente Hernández rizó el rizo entonces. Situó en pista un quinteto casi experimental con García, Aísa, Jiménez, De Miguel y Orenga, que en apenas tres minutos encajó un 9-0. Pero los titulares le devolvieron la autoridad al Estudiantes: 38-53 en el minuto 24. Galilea y Ferran le dieron aire a su equipo en el tramo final en el que el Estudiantes pagó las faltas personales y perdió algo su frescura de ideas. El Barcelona se puso por delante (80-78), pero Galilea perdió un balón a 30 segundos y Jennings no perdonó. El pequeño norteamericano vino por un mes y sería un despilfarro dejarlo marchar. Jugadores así son los que hacen grande el baloncesto precisamente por su estatura.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de septiembre de 1995