Con el sufrimiento y la agonía por bandera, los jugadores del Albacete obtuvieron una victoria doblemente justa frente al Compostela: porque el marcador retrató sus méritos y por la cortedad y justeza numérica con que se produjo. El Compostela lleva nueve partidos sin conocer la victoria.Antes, un Compostela cual bloque automatizado, incómodo aunque limpio y con cierto toque, fue controlando sin excesivos problemas a un rival falto de conexión entre sus líneas y de velocidad en la zona de creación. Así, los gallegos, con un elástico y conservador 5-4-1, en el que Ohen era un náufrago perdido y encallado en la defensa manchega, adolecieron del motor de la ilusión imprescindible para mayores hazañas.
En la segunda mitad, el técnico Fernando Vázquez arriesgó más al introducir. a Christensen por Tocornal. Más el Albacete respondió con el segundo gol, también tras jugada con derroche de insistencia, del lado ahora de Josico.
Paradógicamente, cuando los gallegos apuntaban con el empate, también el Albacete, aprovechando la desprotegida defensa de su rival, pudo marcar, pero se encargó de no hacerlo un atolondrado Escaich, que falló tres ocasiones clarísimas de gol, y así llegó el final del partido, no sin algún otro tibio sobresalto en las proximidades de Balaguer.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 15 de abril de 1996