Unicaja ganó ayer en casa al Taugrés, y su victoria cómoda (los visitantes nunca estuvieron por delante en el marcador) devolvió al equipo la confianza que empezaban a perder, y a la afición de Ciudad Jardín, el entusiasmo. Después del 101-84, los malagueños necesitan sólo una victoria más para asegurarse una plaza entre los cuatro primeros.Les ayudó, sin duda, un Alfonso Reyes que se salió, que se convirtió en hombre clave del Unicaja en la primera parte, derrochando decisión en ataque y manteniéndose muy limpio en la defensa. El cordobés se lo jugó todo en las penetraciones, y abrochó la mayoría de ellas con canastas. Con él compartieron protagonismo Babkov y Miller, aunque Imbroda se vio obligado a prescindir del americano a mitad de la segunda parte, al tener muchas personales.
El Taugrés no lo hizo mal en defensa, aunque su entrenador, Manel Comas, confesó que se encontraron con un rival mucho más agresivo que ellos. Sin embargo, la puntilla para el Taugrés fue la mediocre actuación de Nicola.
El encuentro empezó con un ambiente algo frío. Había huecos en las gradas. Y ahí fue donde entraron en juego Reyes y Rodríguez. El primero, haciendo gala de inspiración y calidad, y el segundo, de coraje y carisma. El público empezó a calentarse y el juego a ganar en rapidez. La segunda parte se arrancó con dos ataques rapidísimos del Taugrés y el partido empezó a ganar velocidad. Los jugadores comenzaron a encontrarse bien en sus puestos y hasta Mike Ansley, que había pasado la primera parte del encuentro como si el juego no fuera con él, se metió en el partido y empezó a resolver. Las distancias aumentaron (92-78) a falta de tres minutos para el final del partido y Unicaja se lanzó a hacerlo y acertarlo todo entre los olés de su afición. Al fin está tranquilo el Unicaja.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 15 de abril de 1996