El papa Juan Pablo II, en, visita oficial de diez horas a Túnez -un país donde la comunidad católica suma sólo 18.000 personas-, criticó ayer la violencia religiosa como una negación de la voluntad de Dios e instó a católicos y musulmanes a trabajar por la paz y por la dignidad del hombre.En su discurso de llegada, el Papa defendió el diálogo y la tolerancia entre las comunidades católica y musulmana y criticó implícitamente las muertes a manos de los integristas. "Nadie puede matar en el nombre de Dios", dijo el pontífice ante los obispos de Argelia, Libia, Marruecos y Túnez. "Sed mensajeros de la paz donde quiera que la violencia y la discordia florezcan", instó Juan Pablo II en su homilía con los obispos del Magreb. "Demostrad vuestra convicción de que vuestro Dios es el Dios de la vida".
Las palabras del pontífice, que no besó tierra tunecina a su llegada al país, tienen un especial significado en Argelia, donde unas 50.000 personas, incluyendo un centenar de extranjeros y varios miembros del clero católico, han fallecido a manos de los integristas islámico! desde 1992. El Papa hizo un llamamiento especial para la liberación de los siete monjes trapenses de nacionalidad francesa secuestrados el pasado 27 de marzo en su convento de la región argelina de Medea. "Que Dios mantenga viva la esperanza de la Iglesia en ese país y conduzca al pueblo argelino hacia el camino de la paz y la reconciliación", deseó el Papa.
[Por otra parte, 16 islamistas argelinos fueron condenados ayer a muerte por un tribunal de Medea acusados de asociación terrorista y de sabotaje, informa France Presse.]
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 15 de abril de 1996