La cuenta atrás ha comenzado. Las obras a derribar la torre del reloj de la Puerta del Sol comenzaron ayer. Desde hacía un par de años agonizaba: cada mes cedía entre uno y dos milímetros. Lejos de llegar a parecerse a la torre inclinada de Pisa, la de Sol llevaba camino de un destino trágico: desplomarse a los pies del famoso kilómetro cero.Ahora, las piezas y la maquinaria del reloj más celebrado de España ya están bajo la llave y el mimo de su relojero, Vicente Rodríguez, quien se empleará en estos meses en su restauración y limpieza. Todo ha de estar encajado para las próximas campanadas. Está obra se enmarca dentro de la rehabilitación del edificio sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, cuyas obras están previstas que finalicen en diciembre de 1997. El inmueble abrirá una nueva puerta de acceso al callejón de San Ricardo, por el que pasará el personal de administración.
Sin embargo, la torre del reloj, levantada sobre el edificio a finales del siglo pasado, prima ahora sobre el resto del edificio. Lo contaba la directora general de Arquitectura y Vivienda, Amalia Castro-Rial: "A finales de septiembre tienen que estar terminadas las obras, Y después hay que colocar toda la maquinaria del reloj. Y el 31 de diciembre que nadie se preocupe: se darán las campanadas". La torre se desplomará en unos 15 días. La estructura, según contaba ayer a pie de obra el arquitecto de la Consejería de Obras Públicas, Juan Blasco, está herida de muerte. "La madera está carcomida, los insectos se han comido las vigas, la humedad y las goteras han dañado el armazón". El presupuesto destinado a esta obra es de 72 millones de pesetas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 9 de julio de 1996