Un preso turco murió ayer en la cárcel de Bayrampasa, en Estambul, tras dos meses en huelga de hambre. El domingo había fallecido ya otro recluso, de los 277 militantes de grupos ilegales de izquierda que desarrollan esta forma de protesta en 33 cárceles de Turquía.
La huelga se debe a las malas condiciones de las prisiones, y sus protagonistas exigen al recién estrenado Gobierno dirigido por el islamista Necmettin Erbakan que deje de dispersar a los presos de izquierda. Además, piden el cierre de la prisión de alta seguridad de Eskisehir, en el centro del país, donde según ellos se maltrata a los reclusos.
El colegio de Médicos de Estambul anunció ayer que al menos otros 10 presos de Bayrampasa se encuentran en coma. Las huelgas, instigadas por el Partido Revolucionario de la Liberación Popular, representan un serio problema para Erbakan, que debe resolver el conflicto pacíficamente para demostrar su compromiso con los derechos humanos.
En Alemania, simpatizantes con los presos en huelga han protagonizado una serie de ataques contra mezquitas y centros culturales turcos. En París, 10 manifestantes fueron detenidos el fin de semana pasado por tirar piedras contra la Embajada de Ankara.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 24 de julio de 1996