Mi marido y yo hemos regresado recientemente de un viaje de vacaciones por Francia y España. En cada una de las ciudades que visitamos, tomamos las medidas habituales de precaución, sin llegar a sentirnos nunca especial mente amenazados por- los delincuentes. Desgraciadamente, no ha sido éste el caso de Madrid.Durante tres ocasiones, a lo largo de varios días, fuimos objeto en Madrid de tres intentos de robo de nuestras carteras y presenciamos dos intentos más por parte de tironeros contra turistas.
Todo sucedió a plena luz del día y en espacios públicos, con gente delante. Cuando preguntamos a otros turistas, nos contaron asuntos parecidos. Pese a que hemos podido observar la presencia de numerosos policías en zonas turísticas de la ciudad (Plaza Mayor, Puerta del Sol y otras), los agentes se descomprometían totalmente de la responsabilidad de impedir que tales delincuentes cometan actos delictivos contra turistas. De hecho, un residente en Madrid nos dijo que, desde hace años, la delincuencia se encuentra fuera de control en esta ciudad.
Madrid y España, obviamente, necesitan de los turistas para mantener su economía. A menos que la legislación contra la delincuencia se vea reforzada y la industria turística de Madrid se tome en serio la lucha contra la delincuencia antituristas, esta importante fuente de ingresos se puede ir a pique. Represento a una organización estaduonidense miembro de una federación internacional con miles de socios y les he alertado sobre la indefensión ante la delincuencia en Madrid, con el objeto de que no realicen ahí sus reuniones internacionales. Por favor, les ruego que me informen sobre los esfuerzos oficiales que se realicen para paliar esta situación.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de agosto de 1996