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CARTAS AL DIRECTOR

Liberalismo

Repetidas veces he encontrado en EL PAÍS la afirmación de que la actual ministra de Educación y Cultura es liberal. En una de las ocasiones añadía el informador que por ese motivo está favoreciendo a la enseñanza privada a costa de la pública. Que esto último es cierto lo estamos notando ya. En cambio, ¿desde cuándo un político auténticamente liberal cede parcelas de la escuela pública a favor de la enseñanza privada, entregada además, salvo contadas y honrosas excepciones, al adoctrinamiento de las cabecitas infantiles o adolescentes?Los liberales que han merecido ese nombre lucharon por desarrollar y hacer accesible a todos los estudiantes una enseñanza pública verdaderamente libre, abierta y bien dotada. Por el contrario, aplicando la ley de la libre competencia, abandonaron la enseñanza privada a sus resultados. Porque no es libre competencia que el Estado ayude económicamente a las empresas, como sucede con la enseñanza privada en España, poniéndoles unas condiciones mucho más favorables, además, que a la pública.

¿En qué otro negocio privado practica esto el Estado? Esa política, desde luego, no es liberalismo: ni económico, ni ideológico, ni político; es obediencia a la Conferencia Episcopal, que practica el principio de "lo mío, mío, y lo tuyo, de entrambos".-

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de octubre de 1996