Observo, cada vez con más frecuencia, que en casi todos los cines se venden aperitivos, golosinas y bebidas variadas para comer dentro de la sala de cine. Así, la mayoría de las veces se sienta a mi lado alguien cargado de cosas para comer y beber, con el consiguiente ruido que esto provoca. Cuando ya se han saturado, suelen acabar en el suelo los restos de comida y sus correspondientes envases. Pero la mayor sorpresa me la he llevado cuando, recientemente y en dos cines diferentes entre una sesión y otra, nadie ha limpiado los restos de comida y los envases que han quedado tirados por el suelo. Creo que esto es bastante intolerable, aparte de por el precio de las entradas, por un tema de salud pública. Aprovecho esta carta para sugerir a quien competa la posibilidad de reservar dentro de las salas de cine, una serie de filas de butacas para personas que quieran comer y otras para los que van al cine sólo a ver la película.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de diciembre de 1996