Es de sobra conocido por todo el mundo en este país que las mujeres cobran un 50% menos que los hombres. Esto lo saben aún mejor las mujeres que trabajan fuera del hogar, pues sufren esta discriminación machista y retrógrada en sus propias carnes.En 1995 -tomando como fuente este periódico- el salario medio de los hombres fue 3,03
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millones, mientras que el de las mujeres fue de apenas 2,03 millones. Entre los españoles/as con titulación superior la diferencia es aún más vergonzosa por abultada: mientras que los hombres cobraron una media de 6,95 millones, las mujeres cobraron 4,65 millones.
Al hilo de esto, y aprovechando que el día 6 nuestra Constitución-cumplió su mayoría de edad, se me ocurrre leer su artículo 14 -título 1, capítulo 2-, donde dice: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social".
Tal vez lo que ocurre es que los españoles son más iguales que las españolas, o que son sólo iguales ante la ley pero no ante el trabajo.
Si seguimos leyendo la Constitución -sano ejercicio, para los políticos sobre todo- podemos ver en su título preliminar, artículo 9, punto 2, lo siguiente: "Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social". Esta discriminación es inconstitucional e injusta. Si no se cumple la máxima de "a igual trabajo, igual salario", les propongo a todas las mujeres que trabajen justo el 50% menos que sus companeros.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 15 de diciembre de 1996