Médicos del hospital londinense de Santo Tomás han comprobado que el tabaquismo acelera el proceso de envejecimiento cutáneo. De un estudio efectuado con gemelos se desprende que los fumadores tenían la piel un 40% más delgada que sus hermanos o hermanas no fumadores. Las arrugas aparecen con la edad cuando la piel se vuelve frágil y pierde elasticidad y poder de hidratación. Tanto el humo del cigarrillo como las sustancias químicas liberadas al arder contribuyen a destruirla, según los investigadores británicos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 20 de enero de 1997