, El Oviedo y el Valladolid empataron en un partido de notable nivel, en el que ambos equipos declararon compatibles las pizarras tácticas y el sentido del espectáculo. El primer tiempo del Valladolid fue modélico. El equipo de Cantatore se mostró capaz de mezclar todos los ingredientes para meter a su rival en un laberinto, cerrar los espacios, taponar la circulación del balón al rival y salir al contraataque con la clarividencia propia de los consumados especialistas en el juego a la contra.
El Oviedo, lejos de aceptar un cuerpo a cuerpo y fajarse en una atmósfera de presión en la parcela central, no encontró salida para su fútbol de apoyos y además dio facilidades en defensa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 10 de febrero de 1997