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El enroque de los molinos de viento

Cien niños de Alcalá representan en clave cervantina una partida de Rui López, coetáneo del escritor

Alcalá de Henares

Lorena se tomó ayer muy en serio su insólita misión como peón de rey. A ella le correspondía abrir fuego, así que adoptó gesto enfurruñado, miró al frente y avanzó dos pasos con determinación. La partida había comenzado en la plaza de Cervantes de Alcalá de Henares (163.000 habitantes) en lo que fue un divertido y simpático homenaje al genial alcalaíno, pese a que entre sus virtudes no se encontraba, que se sepa, haberle prestado la más mínima atención al arte de los 64 escaques. Ciento y pico jovenzuelos de hasta 12 años participaron en este ajedrez viviente en clave cervantina, en el que la dama era Dulcinea; los caballos, Rocinante; los alfiles, el amigo Sancho, y Don Quijote se veía en la tesitura de enrocarse -que7 viene a ser como comulgar- con. los molinos de viento.La organización corrió a cargo del club de ajedrez local, pero el verdadero artífice de todo el cotarro se llama Jesús Cabellos, un jubilado de 64 años al que hasta sus nietos llaman Pichi en atención a su devoción por doña Celia Gámez. Cabellos pensó que la celebración del 450 aniversario del nacimiento de Cervantes era la ocasión ideal para traducir sus personajes a lenguaje ajedrecístico, y puso manos a la obra con vitalidad casi de chiquillo. Ayer, a tenor del resultado, a Pichi se le veía sonriente y decididamente feliz. "A mí esto me da mucha vidilla", confesó.

El resto del mérito ha de recaer, por fuerza, en las madres y abuelas de los chavales, que estaban hechos, en el mejor de los sentidos, unas buenas piezas. Primorosamente disfrazados de venteros, doncellas o caballeros de época, los críos, auténticos pimpollos, hasta se permitían coqueterías. "En el espejo me he visto bastante guapete", admitió con desparpajo Jorge Alonso, un rubito de 12 años que hacía el papel de Cervantes ajedrecista.

Como rival tenía a Carlos, su hermano gemelo, que tampoco pecaba de cohibido. "Rui López jugaba bastante bien, pero yo le ganaría ahora, claro", aseguró sin pestañear. Los hermanos Alonso dicen "pactar normalmente tablas para no discutir", aunque, como buenos jugadores, no será cuestión de creerles.

Rui López era, precisamente, el autor de la partida que reprodujeron los chavales. Coetáneo de Cervantes, este clérigo fue el inventor de la apertura española -que ayer, en un guiño nostálgico, se reprodujo en notación descriptiva: P4R, P4R; C3AR, C3AD; A5C- y campeón oficioso del mundo, qué tiempos para el ajedrez patrio, en su época.

El presidente del club organizador, Jesús Ortiz, hizo de comentarista salpicando las jugadas con filosofía aplicada. Por ejemplo: "La dama, en el ajedrez, y en otros aspectos de la vida, es la que decide". Por desgracia ellas siguen estando en franca minoría. Lo susurró Juliana, la de deliciosos ojos verdes: "Creo que somos cinco".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 8 de junio de 1997