Los homosexuales no deben ser maestros, como tampoco un ladrón puede ser cajero. Esta es la convicción, y la recomendación a familias y colegios, de Rodolfo Nolasco, profesor de Derecho Canónico, y miembro del Secretariado para la Familia de la Conferencia Episcopal Argentina. En un extenso artículo difundido por la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA), el prelado niega incurrir en una discriminación injusta. Los gays no deben impartir clases a niños y adolecentes porque "tampoco se aceptan como cajeros de bancos a los ladrones, ni a los ciegos o daltónicos como chóferes".El obispo Nolasco, juez adjunto del Tribunal Eclesiástico, se anticipa a quienes puedan tachar su postura de antievangélica y contrana a la misericordia de Jesús. "Quienes lo dicen olvidan que el Señor perdonaba a los arrepentidos, mientras que, de los que escandalizaban a los niños, dijo: 'Sería preferible que les ataran una piedra de moler y los hundieran en el fondo del mar.
Tras atribuir a Roldolfo Nolasco la condición de cavernario, el profesor César Ciglutti, representante de la Comunidad Homosexualidad Argentina (CHA), dice que, además, no leyó el último documento del Vaticano "en el cual se dice bien claro que mientras el homosexual no haga ejercicio de su homosexualidad puede hasta ser un santo". Según Ciglutti, se trata de una acción concertada. "La derecha católica estaba buscando una voz presentable después de la pérdida de Quarrachino (obispo reaccionario) en la Conferencia Episcopal)". "En cuanto a los abusadores, debería ser más crítico con la propia institución", agrega Ciglutti. "Si está tan preocupado con el tema, que empiece por controlar el comportamiento de tantos curas que son denunciados por abusos".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 12 de julio de 1997