No pudo ser, Miguel. Desgraciadamente no hemos podido celebrar tu libertad entre nosotros. A España entera se nos ha negado ese sueño; sueño que nos ha mantenido especialmente unidos, de una manera sincera, solidaria y sin precedentes.Estoy segura de que te sentirás orgulloso de tu País Vasco y de sus gentes, del resto de tu país y, cómo no, de tantas y tantas personas que tanto dentro como fuera de nuestras fronteras han intentado que la justicia, el raciocinio y la humanidad ganasen la batalla a la sinrazón. ¡No pudo ser! Que sepas que no te vas solo; te llevas un trozo de corazón afligido de cada uno de nosotros, motivo por el que siempre estarás aquí, entre todos los que lloramos tu ausencia.Descansa en paz Miguel
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 15 de julio de 1997