El otro día, en mi casa, un séptimo piso junto a Atocha, apareció una pequeña salamandra. Me encariñé con ella, pero no puedo mantenerla con los cuidados que merece.No sé qué puedo hacer con mi joven amiga y quisiera saber adónde puedo ir para que encuentre una vida confortable que yo no puedo darle.
He consultado y me dicen que es demasiado pequeña para ser relevante.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 10 de agosto de 1997