Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Crítica:TEATRO

Balada de borracho

El borracho: viejo tema de nuestro teatro, que tuvo actores especializados en ese tipo (Antonio Vico, por ejemplo; Roberto Font, en otro estilo). Ramón Langa no es tal especialista, y quizá por eso lo hace mejor, con más espontaneidad. Esperemos que en su futura carrera este éxito de señorito borracho no le encasille y le deje hacer otros papeles para los cuales tiene, sin duda, ductilidad suficiente. Pronto le veremos en algo distinto: en el papel de Blasco Ibáñez escrito por Gómez Rufo y dirigido por Berlanga para la televisión.El monólogo es melodramático. Y tradicional: el hombre que ve su propia muerte, como en las obras teológicas: o como el estudiante de Salamanca, o el Tenorio de Zorrilla: en esta actualidad, oye en las radios la noticia de su muerte. Con Don Juan, tiene un punto de contrición, y ha sido una fantasía, una alucinación de alcohólico, lo cual le conduce a la redención: no será borracho nunca más.

Pregúntame por qué bebo

Autor: Juan Carlos Ordóñez.Intérpretes: Ramón Langa y Osky Pimentel. Dirección: Juan Polanco, J. C. Ordóñez. Madrid, Teatro Maravillas.

La obra no tiene mas interés que el que pueda darle un actor. La transición entre el señorito fantasmón, achulado, pero dipsómano, y la interpretación de la borrachera y, al final, con el arrepentimiento. Hay otro actor: Osky Pimentel, que no habla: su mímica acompaña, critica, compadece, ayuda al monologuista: no desmerece de su compañero. Todo tiene los suficientes efectos y la necesaria teatralidad como para entusiasmar al público del estreno de pretemporada -muchas gentes del teatro: suelen quedarse en Madrid, los que no están de gira, para preparar los estrenos de septiembre o de octubre- que aplaudió y dio los gritos de rigor.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de agosto de 1997