Los habitantes de Likoni, en los alrededores de Mombasa, continuaban ayer la huida masiva de esta zona de la costa de Kenia por temor a una intervención de la policía, al expirar el ultimátum para que los rebeldes entreguen sus armas. Un total de 47 personas han muerto desde que, a mediados de agosto, éstos se lanzaran a una lucha contra las etnias procedentes del interior del país, en pleno clima preelectoral.El pasado sábado, el presidente de Kenia, Daniel arap Moi, viajó hasta Mombasa para advertir contra nuevos ataques por parte de los rebeldes armados. Les dio una semana para entregar las armas que aún están en su poder.
Los habitantes de Likoni se han quejado de la brutalidad de las patrullas policiales contra personas, inocentes bajo el pretexto de la búsqueda de armas. Barrios completos de esta localidad amanecieron ayer desiertos, con las casas y las tiendas cerradas. "La mayoría de los que se van hoy [el sábado] son los irreductibles que habían jurado no irse jamás, pero que abandonan después de que sus amigos, sus vecinos y sus padres hayan huido", contaba Joseph Mutua, un taxista de 26 años. Muchos de los que huyen, en general de la etnia digo, han atravesado la frontera a Tanzania.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 31 de agosto de 1997