El dinero europeo llega en auxilio, de los vecinos de Vallecas, y de Rivas que, cuando el viento sopla a su favor, soportan la peste que provocan las miles de toneladas de basura orgánica que fermentan en el vertedero de Valdemingómez. Estas toneladas se encuentran apiladas en dos playas a un par de kilómetros de Rivas y a cuatro de Vallecas. 2.600 millones, de pesetas, el 80% proveniente de la Unión Europea, y un elaborado sistema técnico que incluye ventiladores-succionadores, rejillas y tuberías subterráneas obrarán el milagro: que todo ese montón de basura no huela.
¿Es posible que 29.000 toneladas de basura orgánica en pleno proceso de fermentación huelan menos que un pedrusco? Por lo visto sí. El Ayuntamiento de Madrid va a pagar 1.300 millones a la empresa Dragados para que lo consiga. El inmenso montón de desperdicios orgánicos se encuentra distribuido en la planta de Tirmadrid, en Valdemingómez, a un lado de la incineradora. El plan no se queda aquí. La cercana planta de compostaje de Tegemesa, de similares características a la de Tirmadrid, también recibirá 1.300 millones de pesetas para que modifique sus playas de basura fermentada y eliminar así el mal olor.Cada día llegan a esas playas de compostaje, que miden casi la mitad de un campo de fútbol, 600 toneladas más de cáscaras de naranja, carne podrida, pescado pasado, verduras sin destino o cualquier otra cosa susceptible de fermentar. En una palabra: parte de lo que los madrileños no se han comído en un día.
80 céntimos el kilo de abono
Esta basura, cuando fermenta, y tras una criba, se convierte en algo más apreciado: abono. Entonces se vende a 80 céntimos el kilo. Pero para eso ha sido necesario que los desperdicios orgánicos permanezcan de seis a ocho meses expuestos al sol o a la lluvia. Y durante ese periodo la peste que expele toda esta gusano-basura en su transformación en mariposa-abono llega hasta las localidades de Vallecas y Rivas.Dragados empezará en menos de un mes a obrar el milagro: en primer lugar, pondrá un techo a las dos playas de compostaje, y en segundo, instalará un sistema subterráneo que chupe el mal olor de la basura. 11 extractores gigantescos, colocados a los lados de las naves, absorberán continuamente el aire que flota encima del compost para conducirlo, bajo tierra, hacia un biofiltro que se ocupará de despojarlo de la peste antes de volver a soltarlo a la atmósfera.
Para que este montón de basura fermente es necesario que esté en contacto con el aire. Para eso, hay que voltearlo cada cierto tiempo con el fin de que no sólo se transforme la parte superior. Esto se hará en las dos playas de forma automática con volteadoras parecidas a cosechadoras que constantemente moverán las toneladas. Mientras las volteadoras trabajan, los ventiladores-chupadores también, con lo que el Ayuntamiento espera eliminar para siempre el mal olor de la planta de compostaje.
Cada día Madrid produce 3.600 toneladas de basura. Actualmente, 1.800 de éstas van al vertedero de Valdemingómez sin reciclar; las otras 1.200 pasan por un proceso de selección. Se recuperan unas 650: 600 son de materia orgánica y las otras 50 de papel, cartón y vidrio. Las restantes 550 toneladas que no se reciclan pasan a la incineradora.
No todas las toneladas que llegan a la planta de compostaje se convierten en abono. El proceso de fermentación las reduce a la mitad, liberando aire. Los vecinos de Vallecas y Rivas, dentro de un año, cuando terminen las obras, decidirán si ese aire huele o no.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 31 de agosto de 1997