Hace un mes aproximadamente, leí el suceso, en Almería, provocado por un ascensor sin puertas en la cabina. La víctima fue un niño que dejó su vida en ese ascensor, a la edad de 12 años, cuando subía a visitar a su abuela. Hace mucho tiempo que leemos noticias de este tipo, y la única solución que se observa es la prohibición (casi imposible de cumplir por parte de una familia normal) del uso de ascensores a menores no acompañados.Estoy de acuerdo en que equipar a los ascensores antiguos con puertas en cabina es caro y en muchos casos técnicamente inviable, pero hay soluciones intermedias que pueden dar un resultado satisfactorio. Desde estas líneas, realizo un llamamiento a los organismos que tengan competencia en este tema y a las empresas de mantenimiento de ascensores para que tomen iniciativas antes de que otro niño pague con su vida la dejadez de los mayores.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 31 de agosto de 1997