De la lectura de los últimos informes anuales del acreditado Worldwatch Institute se concluye que en el año 2010 habrá un 10% menos (per cápita) de capturas pesqueras, un 12% menos de tierras de regadío, un 22% menos de pastizales y un 21% menos de tierras de secano. Todo ello según los actuales parámetros de producción, consumo y crecimiento demográfico.Si a ello sumamos el progresivo incremento de la emisión de contaminantes de todo tipo -que afectan a los suelos, las aguas y el aire-, especialmente de dióxido de carbono (efecto invernadero), la imparable destrucción de los bosques, la desertización y erosión creciente de los suelos fértiles y el consumo insostenible de recursos minerales, nos daremos cuenta del dantesco escenario que estamos preparando para el siglo XXI. Tres factores esenciales determinan tales previsiones: el consumismo desaforado de los países del Norte, la probreza extrema de los países del Sur y la explosión demográfica mundial (1.600 millones de habitantes en el año 1900 y 8.000 millones en el año 2020).La solución no está en que los países empobrecidos alcancen los niveles consumistas del Norte (imposible en los aspectos medio ambientales y de existencias de recursos) ni en que se mantenga el statu quo actual Norte / Sur (inviable social y ecológicamente).
Sólo medidas globalistas de redistribución justa de la riqueza mundial, de protección ambiental y de control demográfico, desde fórmulas auténticas de cooperación internacional en todos los ámbitos, pueden permitir a la humanidad afrontar con un mínimo de optimismo su entrada en el siglo XXI.
Las tímidas propuestas del canciller Kohl y de Gorbachov de crear algo parecido a una agencia internacional para el medio ambiente deberían completarse con otra agencia internacional para el desarrollo social.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 14 de septiembre de 1997