Argentina, cuya Bolsa perdió ayer un 9,12% al cierre, permanece atenta a la situación de Brasil, un país gravemente afectado por las convulsiones de estos días. La inestabilidad de los mercados brasileños preocupa enormemente a los operadores y al Gobierno de Buenos Aires."El temblor se está trasladando al corazón del Mercosur [Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay]", alertaban ayer algunos analistas, en referencia a los problemas del coloso suramericano, cuya Bolsa de Sáo Paulo retrocedió ayer un 9,81% y cuyo banco central se vio obligado de nuevo a intervenir en apoyo del real, que cotiza casi encadenado con el dólar desde 1993.
La dirección de la patronal argentina advirtió que si persisten los problemas y aumentan las tasas de interés, la economía nacional saldrá perjudicada, además de señalar el riesgo de que desciendan las exportaciones argentinas a Brasil, su principal comprador.
El ministro de Economía argentino, Roque Fernández, ha insistido estos días en que la paridad entre el peso y el dólar, encadenados desde abril de 1991, se mantendrá y dijo que debe acometerse una reducción de salarios, recorte que ya se produjo tras el tequilazo, a primeros de 1995. "Si fuésemos atacados y tuviésemos que tomar esa decisión, lo volveríamos a hacer", anunció.
Firmeza en Brasil
Las autoridades de Brasil respondieron con firmeza a la embestida de los especuladores, elevaron las tasas de interés y vendieron una parte de los dólares requeridos para mantener la política cambiaria. Sin embargo, es preocupante el drenaje de reservas sufrido estos días por la entidad emisora de Brasil, del orden de los 5.000 millones de dólares (725.000 millones de pesetas) de un total de 60.000 dólares, es decir, un 12%.El Banco Central de Brasil compraba ayer títulos públicos en poder de los bancos para aliviar la situación y negaba la existencia de quiebras. El presidente, Fernando Henrique Cardoso, aseguró que el Gobierno ha levantado una "muralla" contra quienes atacan al real e insistió en su llamamiento al Grupo de los Siete para acordar una "reglamentación más activa que frene la especulación".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 31 de octubre de 1997