En Madrid; muy cerca de las quintas avenidas del diseño, viven los probadores. Están llagados hasta la médula y dicen que tienen tal grado de deterioro que, en los barrios donde se vende la droga, los usan de catadores. Si se mueren, es que no era buen material. La policía de Entrevías los ha identificado en La Celsa y La Rosilla. Fuentes de esta comisaría aseguran que se está usando hasta a chiquillos de 12 años.La Celsa y La Rosilla surgieron para alojar a chabolistas que vivían en los años sesenta de la chatarra y la venta ambulante. Hoy no viven allí ni ellos ni sus hijos. Hoy es campo abierto de los machacas, esclavos, probadores, pinchauvas, butroneros, campistas, arrebañabotes y de quienes les venden la droga, aunque éstos no duerman allí, sino en buenos chalés, como tiene constatado la policía.
Cada día llegan 5,2 kilos de cocaína y heroína a La Rosilla y 1,2 a La Celsa. Como entra, sale en las manos de las aproximadamente 5.000 personas que se acercan a estos poblados cada día. Estos dos grandes híper tienen sus anzuelos: los datos oficiales consideran la pureza de la droga "soberbia" -del 45% en la heroína-, y el precio, la mitad que en otros mercados. Un estudio policial de hace seis meses entre 900 compradores que llegan andando a esos poblados muestra que el 85% es varón entre 20 y 29 años; casi un 40% presenta un estado deteriorado, y a un 2% se le califica de "elegante". La búsqueda de antecedentes delictivos resultó una sorpresa: apenas los tenían un 6,8 de cada mil. Detenerlos colapsaría las comisarías, sostiene la policía, y entrar en los poblados requeriría una operación para rambos. Porque las chabolas están blindadas con la mejor tecnología. Cinco millones se pueden gastar en ello sus moradores. Y además las guardan los esclavos: "Drogadictos terminales que viven en las chabolas encerrados en zulos de cinco metros cuadrados", dice la policía. En Madrid también viven los esclavos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 27 de noviembre de 1997