Cuando hace años estudiaba en la Facultad de Económicas, realicé un estudio sobre la Industria farmacéutica de nuestro país.Analizando con otros compañeros los resultados que había obtenido, nos hacíamos las siguientes preguntas,_que creo que actualmente seguiríamos haciéndonos: ¿por qué la Seguridad Social no tiene en los centros de salud, ambulatorios, consultorios, etcétera, un servicio farmacéutico propio que suministre / venda (en la parte que corresponda) a los usuarios las medicinas que necesita, envasando allí mismo las cantidades precisas? ¿Por qué no adquiere en forma de concurso, a los laboratorios, los medicamentos, al que se los suministre más barato y en las mejores condiciones? E incluso, ¿por qué algunos medicamentos muy usuales y de contrastada eficacia no los produce ella misma (adquiriendo la patente si es necesario), de forma similar a los servicios del Ejército?
Los servicios farmacéuticos, básicamente, se podrían constituir con un local del centro sanitario y profesionales que los atendieran, en comunicación más fluida con los médicos. El paciente dispondría de la cantidad exacta que debe tomar y no se despilfarrarían tantas medicinas como en la actualidad. La Seguridad Social, dado el altísimo volumen de compras que realiza, podría comprar o fabricar en las mejores condiciones. La respuesta quizá la podamos encontrar en la fuerza que tenían entonces, y más en la actualidad, las multinacionales farmacéuticas, no en una buena gestión de los recursos de los trabajadores cotizantes y de los públicos.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 27 de noviembre de 1997