Lo que les voy a relatar va dirigido especialmente a muchos ciudadanos madrileños poseedores de una mascota, especialmente perros o gatos. Es la segunda vez que me ocurre con un perro. Lo llevo a una clínica veterinaria con una enfermedad relativamente leve, y lo recojo a los pocos días muerto, en la ineptitud de los responsables de dicha clínica.El primer caso fue con un perro de caza. Lo llevé a una clínica y le advertí al veterinario que orinaba sangre. No hizo caso a la advertencia. Le analizó in situ las heces y dijo que tenía una tenia. Resultado: que nos hace tomar a toda la familia un vermífugo y al perro también.
El animal se pone mucho peor. Le ponen suero (durante una semana un frasco diario), y el perro, que no mejora. Por fin -lo que tenía que haber hecho al principio- le hacen un análisis de sangre y orina y, efectivamente, el hígado y los riñones los tenía destrozados. Total, que tuvimos que sacrificarle después de gastarnos un montón de dinero.
El segundo disgusto ha sido hace unos días. Esta vez, un precioso yorkshire terrier enano. Lo llevamos a una clínica de urgencias con una presunta gastroenteritis por ingestión de un cuerpo extraño. Le practican una endoscopia con un aparato no adecuado y nos llaman para que traslademos al animal a otra clínica de urgencias del barrio de Moratalaz, donde sí tienen el endoscopio adecuado. Cuando nos llevamos al animal ya iba en estado preagónico por una presunta neumonia por aspersión de la anestesia. En la segunda clínica le practican una nueva endoscopia, pero el animal no aguanta más anestesia y fallece. No tenía nada en el estómago.
Me gustaría advertirles que, cuando lleven a sus animales a las clínicas, pregunten y pidan toda clase de explicaciones, y si viene al caso, denuncien. De esta forma se acabarán los abusos y la inoperancia de muchos veterinarios que están terminando de aprender la carrera a base de matar perros o gatos. Por suerte, también los debe haber muy buenos..., pero a mí me han tocado los peores.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 20 de diciembre de 1997