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CARTAS AL DIRECTOR

Pases

El pasado día 10 acudí al cine Paz para ver la película Siete días en el Tíbet. El pase era a las 22.40, y tras comprar las localidades al módico precio de 750 pesetas intentamos acceder al local. Eran las 22.25. Para nuestra sorpresa, se nos manda salir a la calle porque, al parecer, no era hasta las 22.30 -momento en que se enciende una luz verde que hay colocada en la entrada- cuando se podía acceder a la sala. Hubo más que apreturas para entrar cuando la lucecita se puso verde.Pretender colocar a todos los espectadores en una sala que estaba a rebosar en 10 minutos estarea harto difícil máxime cuando para semejante hazaña sólo se cuenta con un acomodador. Por descontado que gran parte del público accedió a su butaca con la película empezada. Y los demás tuvimos que sacrificar aquello tan tradicional en un cine como es el entrar al servicio, comprar palomitas o una coca-cola. Aun así, accedimos todos a la sala con las luces apagadas y los anuncios puestos.

Hacia la mitad de la película comenzó a desenfocarse la imagen, y así tuvimos que ver lo que restaba de la cinta. Los pitos y silbidos no tardaron en hacer su aparición, seguidos de los consabidos insultos -algunos parecen no conocer otra forma de protestar-. Hubo momentos en que ni se veía ni se oía la película. A la salida pedimos hablar con la persona responsable, pero ni estaba ni se le podía localizar (¡vaya, qué casualidad!).-

y tres firmas más.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 19 de enero de 1998