El discurso de bienvenida a Juan Pablo II del presidente cubano, Fidel Castro, en el que arremetió contra la colonización de América, no ha gustado nada en España.
El ministro de Exteriores, Abel Matutes, cree que la labor española en América "merece un juicio histórico más positivo", sobre todo en lo referente a la "educación y la evangelización". Algunos historiadores de prestigio están de acuerdo. Javier Tusell, cree que este tipo de críticas carecen de sentido histórico. "La historia que ha contado Castro no es real, es una manipulación". Otros dos historiadores apoyan esta tesis. Alfonso Jiménez Núñez considera que las palabras del presidente cubano fueron "especialmente duras con España" y resaltó "la inoportunidad de llevar tan atrás las referencias históricas". Luis Navarro García, también catedrático de la Historia de América en la Universidad de Sevilla, es rotundo: "Fue un discurso impertinente, inoportuno y chocante".
El Partido Popular comulga con esta línea de pensamiento. El portavoz del partido en la comisión de Exteriores del Congreso, José María Robles Fraga, califica de "desafortunda" la intervención de Castro, pues esos ataques "no vienen a cuento".
Julio Anguita, coordinador general de IU, opinó de forma muy distinta: "El discurso del comandante Castro fue perfecto. Sólo los manipuladores pueden decir que se trató de un mitin". El secretario general del PSOE, Joaquín Almunia y su homólogo en el Partido Comunista de Andalucía, Felipe Alcaraz, prefirieron centrar sus críticas en el Gobierno de Aznar, porque, a su juicio, no aprovechó la la visita de Juan Pablo II para nombrar embajador en Cuba. Para Almunia, "es una torpeza", el haber obligado a España a "asistir como testigo a un sitio donde deberíamos estar como protagonistas".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 23 de enero de 1998