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GENTE

EL RECITAL DE LA SALMANTINA

En el acto en que recibió el Premio de Salmantina de la Cultura 1997, otorgado por la institución Alfonso X el Sabio y celebrado en el Ayuntamiento, la escritora Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925) se arrancó por salmantinerías. La autora de Entre visillos -que ahora ha cumplido 40 años del logro del Premio Nadal- comenzó por reconocerse muy salmantina "por haber aprendido aquí a hablar y ser refranera", y proclamó que "estoy orgullosísima de ser provinciana y de ser de Salamanca". Para confirmar la identificación con la ciudad en la que nació, la novelista remató su intervención con una canción, tras disponer la garganta con un sorbo de agua: Salamanca la blanca. Y una vez terminado el recital alzó con donosura su boina azul oscuro, adornada con una reproducción de la Estatua de la Libertad, al tiempo que lanzaba un emocionado "¡viva Salamanca!". Carmen Martín Gaite, que había hablado de su "vicio de escribir, que es menos dañino que otros vicios", se mostró emocionada al recibir la estatua en bronce del rey sabio, obra del escultor Venancio Blanco. Antes, la autora de El cuarto de atrás, otra de sus novelas que recrean Salamanca, tomó parte activa con una serie de pespuntes durante la intervención del periodista Enrique de Sena al rememorar éste la ciudad de posguerra en la que vivió Martín Gaite, con la destacada presencia y aportación de dos profesores que, a pesar de vestir camisa azul -dijo-, abrieron caminos de libertad y cultura,como fueron Antonio Tovar y José María Ramos Loscertales. Fueron los tiempos, que ella recordó, de convivencia en la Facultad de Letras con Ignacio Aldecoa, Luis Martín Santos o Agustín García Calvo, a los que se refirió en el libro Esperando el porvenir.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 27 de enero de 1998