ENVIADO ESPECIAL
Los líderes de varias influyentes centrales sindicales internacionales irrumpieron ayer en el Foro Económico Mundial de Davos con dos propuestas nuevas. Para evitar ciertos efectos sociales negativos de la globalización -a la que apoyan-, reclamaron que el Fondo Monetario Internacional (FMI) preste ayuda a los países sumidos en turbulencias financieras únicamente si cumplen una cláusula social, compuesta por requisitos laborales "mínimos". Además, propusieron que los movimientos especulativos de capital sean gravados con un seguro, para indemnizar a sus víctimas.
Hasta ahora, los sindicatos pedían la cláusula social en los acuerdos comerciales, pero se estrellaban en la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra la mayoría de Gobiernos afectados. Proponían la reglamentación de los mercados financieros, pero sin detallar cómo. Pugnaban por la abolición del trabajo infantil con escaso éxito y generando la frecuente oposición de las familias. Pero ayer el secretario de la AFL-CIO norteamericana, John Sweeney; el secretario general de la Federación de Técnicos y Cuadros, Phillip Jennings; su colega de la Confederación Internacional de Sindicatos Libres, Bill Jordan, y la vicepresidenta de la poderosa central DGB alemana, Ursula Engelen-Kefer, fueron más concretos.
La cláusula social obligaría sólo a cumplir los convenios de la Organización Internacional del Trabajo que garantizan la libertad sindical y la negociación colectiva. Y el clamor por la abolición del trabajo infantil se rebaja a su "reducción escalonada", mediante compromisos firmes con plazos concretos. "Las ayudas del FMI deben condicionarse al cumplimiento de un mínimo de estándares sociales", indicó la sindicalista alemana. En caso contrario, "el paquete de ayuda del FMI al sureste asiático puede crear más problemas sociales y más ruina a tos pequeños ahorradores de la zona", añadió Jennings.
En cuanto a la pretendida regulación de los movimientos de capital, hasta ahora o no la concretaban o sugerían restricciones o impuestos de difícil aplicación. Ahora la filosofía de fondo es idéntica: "Como el sistema financiero internacional carece de equilibrios y contrapesos, los culpables de las crisis se zafan de cualquier castigo", describió Jordan. Pero su concreción parece más ingeniosa. "Pedimos una regulación sobre las actividades de quienes realizan las grandes operaciones, que les obligue a pagar un seguro sobre los eventuales riesgos", añadió. Su producto se destinaría a indemnizar a las víctimas sociales de las crisis financieras.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 3 de febrero de 1998