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Crítica:

Bellas Artes de Bilbao presenta una antológica de Landaluze

La exposición antológica dedicada a Víctor Patricio Landaluze (1830-1889), que, junto a la de los fondos europeos y cubanos del Museo de Bellas Artes de La Habana, se podrá visitar, en el Museo de Bellas Artes de Bilbao hasta el 12 de abril, posee una importancia singular.La tiene, en primer lugar, porque Landaluze fue, sin duda, uno de los mejores pintores costumbristas de Cuba y, según mi opinión, de la América del XIX, pero también porque era oriundo de nuestro país y nacido precisamente en Bilbao, aunque, habiendo pasado prácticamente toda su vida en Cuba -se marchó con 20 años y allí permaneció hasta su muerte cuando contaba 59- apenas si se conoce su obra en España.

Por otra parte, se han reunido para la ocasión 31 obras, que reflejan el estilo chispeante con que Landaluze supo captar la vida cotidiana de la entonces colonia española, dedicando una especial atención al mundo de los esclavos y criados negros.

El aspecto pintoresco, característico de la pintura costumbrista, no significó en Landaluze pérdida de calidad artística. Fue un gran dibujante, dotado de una penetrante observación y un sentido humorístico que no cae jamás en la caricaturización burda. En cierta manera, recuerda a los grandes ilustradores realistas franceses, pero con la luz, el exotismo y la riqueza de contrastes de la bella isla antillana.

De hecho, antes de embarcarse para Cuba había pasado por París, donde aprendió la técnica litográfica, y su obra al óleo es inseparable de la muy importante y diversa que realizó como grabador. De esta manera, Landaluze nos atrae tanto por su arte como por lo que su obra tiene de documento histórico y antropológico. Estoy convencido de que esta exposición será una revelación para nuestro público.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 7 de febrero de 1998