Cerca de mil devotos (algunos vestidos de gañanes, a la usanza dieciochesca) participaron ayer en la romería de San Blas. Se trataba de ir en procesión, con la imagen del Santo, desde la iglesia de San Nicolás (Antón Marín) al cerrillo del parque del Retiro, donde hasta el siglo XIX hubo una ermita consagrada a San Blas. Por allí corría agua que sanaba, según la tradición, las afecciones de garganta, nariz y oídos. Ahora, a los romeros se les reparten panecillos bendecidos, que hasta el alcalde comió "para prevenir la gripe", dijo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 9 de febrero de 1998