Las elecciones primarias, como algunas otras cosas del PSOE, fueron adoptadas merced al impulso de los socialistas catalanes. Así había sucedido antes con la corresponsabilidad fiscal, iniciada en 1994 con la cesión del 15% del IRPF a las comunidades autónomas; con el acento federalista en la política autonómica; con el código ético adoptado en 1997, y con la implantación del voto individual y secreto en los congresos. El sistema de primarias para elegir a los principales candidatos electorales fue adoptado por el PSOE en el congreso de junio de 1997. La propuesta había llegado allí de la mano de los delegados del PSC, que ya se había dotado de un sistema similar en el congreso de octubre de 1996. Similar, aunque más generoso: el PSOE sólo permite participar a los militantes, mientras que el PSC abre las urnas de sus primarias a los simpatizantes socialistas sin carnet. Antes de adoptarlo formalmente, los socialistas catalanes llevaban varios años acariciando y discutiendo sobre el método de primarias. Uno de sus primeros defensores fue Ernest Maragall, hermano del ex alcalde de Barcelona, que cuenta con buenos amigos en el Partido Demócrata estadounidense. Ernest Maragall empezó a hablar de primarias en foros internos del partido al despuntar esta década. Al principio, sus intervenciones fueron acogidas con cierto escepticismo, pero nunca fueron rechazadas por ninguna de las familias del partido. A fines de 1993, en plena batalla intestina entre Raimon Obiols y Josep Maria Sala, los cuadros del partido discutieron una ponencia sobre primarias en una conferencia interna. En 1994, ya buscando fórmulas contra el descrédito del socialismo, el congreso del PSC apuntó en una de sus resoluciones la posibilidad de recurrir a primarias. Pero no tuvo efectos prácticos hasta que el congreso de 1996 implantó oficialmente la idea.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de abril de 1998