Desde que el canadiense Cirque du Soleil llegó a España no ha dejado de batir récords de taquilla. En Madrid, su estancia hubo de ser prorrogada. En Barcelona está ocurriendo lo mismo. He aquí un circo pleno de seducciones para el espectador y, lo que es más importante, para los que defendemos la vida en libertad: un circo sin animales. Por fin un ejemplo viviente que hace patente aquello que hemos denunciado sin tregua, que la tradicional imagen del circo de fieras debe ser desterrada por siempre de un mundo civilizado y sensible al dolor de los seres vivos. Animales de naturaleza salvaje enjaulados de por vida o encadenados, a quienes se hace pasar sed para que orinen menos; que por sus viajes son sometidos a constantes fríos y calores no naturales para ellos; cuya esperanza de vida se acorta muchísimo; que son literalmente forzados a salir a la pista y que, para domarlos, se utilizan métodos de aprendizaje cargados de violencia; un espectáculo, en suma, que debiera quedar en el olvido. Recientemente, el alcalde de la madrileña localidad de Coslada anunció que, en las fiestas de este año, los espectáculos taurinos serán eliminados y su presupuesto utilizado por el Circo del Arte de Emilio Aragón, que, dicho sea de paso, sólo utiliza caballos. Con la acogida que estos circos están teniendo, y los vivificantes vientos ecológicos que soplan cada día con más fuerza, maravillosas expectativas toman posición ante los que luchamos contra el sufrimiento de los animales, los cuales, como nosotros, buscan el bienestar, la seguridad, el trato amable, y, como nosotros, sienten tristeza, soledad y miedo, huyen del sufrimiento y se resisten a morir.- . .
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de abril de 1998