El plan Waigel para anticipar y endurecer el Pacto de Estabilidad del euro -que posibilita imponer multas a los países que sobrepasen el 3% del PIB de déficit- sufrió ayer un doble peinado en Bruselas.
El Parlamento europeo prácticamente lo rapó al cero. El ponente Karl von Wogau (PPE) renunció a reclamar «la aplicación inmediata» del pacto, al constatar la división de su partido y la férrea oposición socialista. Se conformó con insistir en que «se respete plenamente».
También se dulcificó la exigencia a los países sobreendeudados (Italia y Bélgica) de «profundizar» el proceso de saneamiento de sus finanzas públicas. Se trocó ese vocablo por el de «continuar». Y se admitió la propuesta de Los Verdes de que el BCE deba tomar en cuenta para sus decisiones los ciclos de las economías integradas en el euro. Con estos retoques, el dictamen obtuvo 402 votos favorables, 79 contrarios y 27 abstenciones.
El Comité Monetario pasó más suavemente el peine sobre el plan. Confirmó que de ninguna manera «todos» los recursos adicionales a los previstos deberán dedicarse a la reducción acelerada de la deuda, aunque propugnó reforzar esa línea de trabajo -dedicándole, pues, una parte de los ingresos inesperados-, especialmente en el caso de los países con mayor endeudamiento.
Y completó el recordatorio de que los países miembros del euro no serán responsables de los compromisos de otros. La unión monetaria como tal no generará «transferencias financieras específicas», aunque «sin perjuicio» del Tratado, que prevé ayudas extraordinarias en casos extraordinarios. Una posición a medio camino de Bonn y Madrid.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 1 de mayo de 1998