VICENT FRANCH I FERRER La reciente y flamante foto de la reunión al más alto nivel entre dirigentes del BNV y del PP supone un dato más en el proceso de aggiornamento del nacionalismo político progresista en el panorama valenciano. A cuenta de compartir responsabilidades en algunos Ayuntamientos, PP y BNV abren un tiempo político marcado por la normalidad. Poco inquietado por las expectativas electorales de la oposición y beneficiado del clima de bonanza de que disfruta su Gobierno estatal, el PP corresponde a los nacionalistas su apoyo municipal con gestos, al tiempo que repara su lado menos cubierto, el centro-izquierda. Pero el tiempo político va a empezar a correr en cuanto el PSPV-PSOE culmine su proceso de primarias, y se disponga a afrontar tres comicios a celebrar en una misma fecha, municipales, autonómicas y europeas; menos de un año, pues, para fijar candidatos, estrategias y mensajes. No me cabe la menor duda de que los socialistas van a arremeter contra el BNV por su política de pactos con la derecha (la de aquí y la catalana) y que esgrimirán esto para reivindicar para sí el voto nacionalista de izquierdas (aunque luego se burlen de éste y gobiernen a mínimos valencianos); para ello, contará una vez más con su aliado morganático de siempre, que le calienta al nacionalismo hasta el punto de cocción necesario para que su clientela vote útil y derrote a las siglas políticas de aquél. Alegres casals de confuso marketing cultural, otras aventuras en pos de lo innegociable, y la ambigüedad tradicional cada vez menos disimulada constituirán ayudas aparentemente repartidas de modo indiscriminado entre las clientelas progresistas, pero, de nuevo, como tozudamente muestra la experiencia, dirigidas a mantener postrado al nacionalismo político en su incómodo lecho municipal. Ni siquiera la alianza que el BNV mantiene con CDC ha servido, después de mucha insistencia, para clarificar los roles e interferencias del oficioso embajador de Pujol entre nosotros en el nacionalismo político. Enumerados los elementos que configuran el medio en que va a moverse la acción del BNV de cara a las próximas citas electorales, uno nuevo, y estimo que crucial, debe añadirse: Mientras otros mantienen la atención de sus clientelas protagonizando primarias y construyendo nuevas imágenes, el BNV parece creer que con los actuales mimbres puede construir la cesta de su entrada en el Parlamento valenciano; quizás confiados en las señaladas novedades de la coyuntura olvidan que tendrán que enfrentarse al peligroso diletantismo del nacionalismo cultural, a sus competidores de izquierda y, sobre todo, al hecho de no ofrecer un perfil socialmente atrayente en sus candidaturas autonómicas. Si el BNV quiere superar el anonimato político debería llamar a rebato a cuantas individualidades le permitieran confeccionar candidaturas atrayentes para ese magma de nacionalistas vergonzantes que prefieren al PSPV o a EU con la excusa de que el BNV está aislado de gran parte del mundo "nacionalista". En realidad, lo que urge es saber quien es quien, y dejarse de simulaciones. El BNV debería preguntar a todos los no alineados del nacionalismo valenciano en qué condiciones participaríamos en una hipotética nominación de candidatos, y en las propias candidaturas, y buscar la unidad, la calidad y el compromiso con imaginación, generosidad y responsabilidad. Porque si sólo nos quieren de figurantes, es que confían en una derrota inapelable.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de mayo de 1998