Las elecciones primarias han supuesto para el PSOE un nuevo impulso para recobrar el poder, sería de necios no reconocerlo. Las primarias han ocupado todas las portadas, han provocado ríos de tinta en la prensa, huracanes de opiniones en la calle, cierto celo en el partido del Gobierno e incluso un filme-documental al respecto. Sin embargo, en las primarias no se han expuesto ideas de futuro concretas. Constantemente se hablaba de sustituir al Gobierno de la derecha por el Gobierno progresista que necesita España, de recuperar el espíritu del 82, palabras que, dichas en según qué tono, pueden sonar a épica comercial.En vez de recuperar el espíritu del 82, año glorioso en la historia socialista española, yo más bien considero que deberían fomentar un nuevo espíritu para el siglo XXI. La sociedad española es más madura que en el 82; la sociedad española tiene necesidades diferentes; la sociedad española no va a adular fácilmente a otro líder carismático, y sí va a exigir nuevos proyectos, exigencias que el PSOE sólo podrá satisfacer con medidas más atrevidas que las de la etapa anterior y que las del PP. No vale jactarse de progresista si luego los proyectos siguen siendo ramplones.
No es sólo mi opinión, la de un no militante del PSOE, es la de la militancia del PSOE, que ha soslayado los consejos, a ratos obstinados, de la cúpula socialista y ha elegido a Borrell con la esperanza de que las expectativas del partido se renueven. -
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de mayo de 1998