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El Gobierno alemán ordena la suspensión de todos los transportes de residuos radioactivos por su territorio

El Gobierno alemán ordenó ayer la suspensión de todos los transportes de residuos radioactivos por el territorio del país, a resultas del escándalo provocado por la información, según la cual se había detectado contaminación en varios contenedores (conocidos con el nombre de Castor) procedentes de Alemania en las instalaciones de Sellafield y La Hague, en Gran Bretaña y Francia, respectivamente.El ministerio federal del Medio Ambiente informó ayer en Bonn que los transportes de materiales de fisión en Alemania y en el extranjero quedan suspendidos hasta que se hayan tomado «las medidas técnicas apropiadas», tales como «una mejora de los procedimientos de limpieza previa a los envíos», con el fín de asegurar que «estos casos de contaminación no se repitan».

Según el ministerio, la «irradiación superficial» de «algunos» transportes de material fisionable a centros de procesamiento en el extranjero no supuso «ningún peligro» para los policías y la escolta de los convoyes o para la población civil. La radiación directa de las partículas radioactivas, añade, ha sido «tan pequeña» que, durante el transporte, «no ha sido ni siquiera cuantificable».

El reconocimiento de la contaminación de los transportes, por muy limitada que esta pueda haber sido, puede provocar una nueva tormenta política en Alemania y reforzar el papel de los Verdes, que se han opuesto a los convoyes de material radiactivo, así como de la oposición social-demócrata (SPD). El sindicato de la policía ya ha calificado de «irresponsable» que se irradie a personas que tienen la obligación profesional de acompañar a los convoyes. La retención de informaciones sobre los contenedores es una «vergüenza» que sólo se puede permitir en una dictadura, pero no en una democracia, dijo el presidente del sindicato policial Hermann Lutz.

Representantes de la industria nuclear reconocieron el miércoles que, desde mediados de los ochenta, disponían de informaciones procedentes de Francia, según las cuales los contenedores superaban los límites de radiactividad permitidas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 22 de mayo de 1998