LOS DATOS de Contabilidad Nacional correspondientes al primer trimestre de 1998 confirman que la economía española está alcanzando tasas elevadas de crecimiento, al tiempo que la demanda interna va sustituyendo poco a poco a la exportación como pilar del crecimiento. El PIB está aumentando al ritmo del 3,7% -una décima menos del 3,8% avanzado por el Banco de España, que se explica por diferencias en la valoración de las existencias-, con el consumo prácticamente varado en tasas del 3,5%. Es fácil comprobar que la inversión, sobre todo en la construcción, es el motor de esta fortísima tasa de crecimiento. La importación e inversión en bienes de equipo confirman que la generación de nuevos proyectos y la creación de empleo -aumentó el 2,7% en el primer trimestre- están en uno de los momentos más favorables del ciclo, aunque el perfil de crecimiento sea más suave.Conviene destacar que en el horizonte inmediato no aparecen síntomas directos de lo que se conoce como recalentamiento, que se manifiesta principalmente con repuntes de la inflación. Según todos los indicios, la economía española no ha alcanzado todavía el nivel de capacidad productiva a partir del cual ese recalentamiento puede empezar a producirse. Todavía hay margen para un crecimiento mayor.
Ese margen de maniobra no debe agotarse o desaprovecharse en la inactividad o en la autocomplacencia. Muchos mercados españoles siguen excesivamente intervenidos, con consumidores cautivos, o son presa de oligopolios de hecho. Los esfuerzos decisivos de liberalización -en energía y telecomunicaciones, por ejemplo- todavía están pendientes. Este periodo de exuberante bonanza económica es el momento más adecuado para ajustar tales cuentas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 25 de junio de 1998