En la madrugada del 19 al 20 del corriente mes de junio y cuando estábamos conciliando el sueño mi mujer, mis hijos, uno de ellos enfermo, y yo, comenzó a sonar estridentemente, superando sin duda alguna el nivel de decibelios autorizado, música procedente de una instalación al aire libre del club social Las Torres, en la calle de Lituania, esquina a la del Corregidor Diego de Valderrávanos.Comoquiera que, a pesar de haber denunciado el hecho reiteradamente al 092, no cesaba el estrépito y no podíamos dormir después de una dura jornada de trabajo, me personé en el club, donde se me notificó, por la personas responsables del mismo, que contaban con autorización municipal para la celebración de la estruendosa fiesta.
Volví a ponerme en comunicación con el 092 y, para mi mayor sorpresa, me confirmaron la existencia de la autorización de la junta municipal para que pudieran invadir, tan ruidosamente como les pluguiera, nuestras horas de sueño hasta las tres de la madrugada.
Resulta sorprendente e incomprensible que el Ayuntamiento de Madrid, tan celoso en otros casos en la persecución de estos molestos ruidos, se haya mostrado en esta ocasión tan complaciente con un club privado instalado al aire libre, que causa tan graves perjuicios en el vecindario.
Comoquiera que considero sumamente improcedente la autorización de un acto tan ruidosamente contaminante, en época veraniega además, en que el calor obliga a mantener abiertas las ventanas, con lo que el ruido se hace insoportable, como sea digo que ni siquiera los responsables del club se atuvieron y respetaron el límite horario autorizado, sino que todavía lo excedieron en 25 minutos, es por lo que espero, en primer lugar, que tales permisos no vuelvan a producirse, sobre todo en verano.
Y en segundo lugar, que le sea impuesta la correspondiente sanción al club por haber contravenido los límites de la autorización.
En apoyo de cuanto queda dicho, señalo la centralita del número 092, donde sin duda habrán quedado registradas mis reiteradas quejas. - .
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de junio de 1998