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Los orangistas insisten en el desafío de cruzar Portadown

"Una vez más, sangre inocente lava nuestra tierra y nos detiene frente al precipicio", reflexionaba ayer un anciano agricultor que acompañó el cortejo fúnebre de los hermanos Quinn en Rasharkin. Resumía la creencia de que el asesinato del domingo ha paralizado lo que parecía una inexorable marcha hacia un nuevo desastre en el Ulster. "Si estos niños no hubieran muerto se habrían producido más muertes", dijo.Eso está por verse. Impertérritos al clamor para que abandonen su desafío en Drumcree, ayer los orangistas volvieron a insistir que su provocativo plan de desfilar por Garvaghy Road, en el pequeño sector católico de Porta-down, es un "derecho legítimo" que están decididos a defender hasta el final. En casi todo el espectro político de Irlanda del Norte, incluyendo líderes religiosos protestantes y altos miembros de la Orden de Orange, existe la convicción de que los orangistas de Drumcree, sobre todo los forajidos que están armados, crearon la atmósfera necesaria para la atrocidad de Ballymoney. Aun así no hay indicios de que los 200 orangistas radicalizados que acampan en Drumcree en abierto desafío a la ley vayan a dar su brazo a torcer.

Todo lo contrario: Joel Patton, el fogoso líder del Espíritu de Drumcree, una de las facciones ultras que han secuestrado la manifestación orangista, defendió la acampada como "una cosa noble", "justificable" y "digna de orgullo". Por tanto, dijo, continuará. Patton, que ya ha acusado de "traidor" al capellán de la Orden, el reverendo William Bingham, por proponer la suspensión de la manifestación, no está solo. Ostensiblemente a su lado ha aparecido el fundamentalista predicador Ian Paisley, miembro del Parlamento británico, europarlamentario y jefe del Partido Unionista Democrático (UDP), que se opone al proceso de paz en Irlanda del Norte. "No hay que flaquear", fue el mensaje que llevó hasta Drumcree la noche del lunes. Y lanzó latigazos a toda la clase política con una frase que se suma a su antología de exabruptos. "Hay demasiado baile sobre la tumba de estos jovencitos", dijo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 15 de julio de 1998