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FÚTBOL SEGUNDA DIVISIÓN

El Rayo flaquea contra diez Osasuna sobrevivió pese a jugar 68 minutos con uno menos

Quizá, a la larga, al Rayo le guste este empate. Más que nada, porque tiene Osasuna una pinta magnífica. Y no por su fantasía, nula ayer por mucho que una expulsión en el minuto 22 resulte un chollo como atenuante. Tampoco por el peso específico de quienes, en su plantilla, están llamados a marcar diferencias. Y no las marcaron. El buen aspecto se lo da algo tan intangible como el carácter, un tesoro en una categoría donde todo lo demás, al menos, se supone.El empate del Rayo, a primera vista, no admite más que una lectura de aspecto grave. Porque todas las circunstancias jugaron a su favor desde ese minuto 22, cuando Álex Fernández se fue a descansar al considerar el árbitro, sólo él, que su arrojo era desmesurado.

Y si así no ganó el Rayo, malo. Pero no dio el cuadro de Vallecas una imagen triste. Ni mucho menos. Demostró un agradable sentido táctico, lo que por estos lares no deja de resultar novedoso. Se movió con cierta lógica, aunque no dejara de telegrafiar cada acción, llegó arriba con facilidad y enseñó a un futbolista de un tamaño enorme.

Pablo Lago se llama. Nada pintaba en el Atlético y fichó por el Mallorca. Allí tampoco lo vio claro y acabó cedido en el Rayo. Un botón, en fútbol, apenas vale como muestra, pero lo que hizo ayer Pablo Lago fue un homenaje al buen gusto, siempre pegado a la cal de la banda, siempre vertical. Siempre con la cabeza arriba.

Una arrancada suya permitió a Michel II meter la puntera y estrenar el marcador. Osasuna se había quedado poco antes con diez y tardó en hacerse a la idea. Fueron esos los mejores minutos del Rayo, con otro Pablo, Sanz de apellido, manejándose con soltura en la creación.

Pero no le perdió la cara al partido Osasuna, que se hizo dueño de aquello sin demasiados adornos, pasito a pasito, confiado en el empuje de su mediocampo y de un polaco llamado Tezeciak. Acumuló oportunidades y pudo incluso ganar si Ziganda acierta cuando se vio enfrente de Lopetegui. Pero Ziganda, ayer, no estaba para nada. Él es uno de los llamados a marcar diferencias. Y ayer lo hizo, sí, pero sólo en lo relacionado con protestas y similares. Pese a ello, lo que quedó del choque fue la impotencia del Rayo para jugar contra diez y un puñado de detalles, magníficos, siempre verticales, siempre por la derecha. Siempre firmados por Pablo Lago.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 31 de agosto de 1998