Tengo entendido que existe una tortura consistente en no dejar dormir al preso hasta que se vuelve loco o llega incluso a morirse.Con éste, son ya dos los veranos que vengo sufriéndola gracias al señor alcalde y a la inestimable cooperación de su Policía Municipal.
Las obras del puente de Ventas, que ya van para los quince meses, provocan tal ruido por las noches que es imposible conciliar el sueño, gracias, sobre todo, a las máquinas taladradoras que trabajan sin descanso.
Si llamas a la Policía Municipal, te dicen que tienen permiso. Según mi modesto entender, debe de ser como una patente de corso para hacer todas las salvajadas que a la empresa constructora se le pueda pasar por la imaginación.
Por supuesto, ningún agente o coche de policía acude para ver si el nivel de ruido es el permitido por las ordenanzas municipales. Total, ¿qué más da?, sólo molesta a los vecinos, y eso seguramente no represente un porcentaje muy alto de votos perdidos en las próximas elecciones.
Sólo me queda advertir al resto de ciudadanos que en cualquier momento les puede tocar en la rifa de las obras una de gran envergadura y, amigos, se lo aseguro, "agárrense los machos", porque van a saber lo que es sufrir la tortura del sueño.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de septiembre de 1998